lunes, 7 de julio de 2008

TODAS LAS MENTIRAS ACERCA DE RIMBAUD
Cualquiera que haya leído o que pretenda leer la poesía de Arthur Rimbaud encontrará, sea cual sea la edición que consulte (Visor, Hiperión, Cátedra, etc), unas referencias al autor y a la obra, imposibles de eludir.
La primera de ellas, que se trata de un poeta superdotado porque empezó a escribir a los 15 años y dejó de hacerlo a los 20. La segunda, que se trata de un poeta rebelde que huyó a África porque estaba harto de la podredumbre occidental. Y la tercera, las turbulentas y apasionadas relaciones con el también poeta Paul Verlaine.
En definitiva, un poeta maldito destinado a soliviantar el desenfreno juvenil.
Lo que ninguna de estas ediciones cuenta, es que muchos de sus poemas son apócrifos y que de no pocos de ellos contamos con dos y hasta con tres versiones distintas.
Lo maravilloso es que no escribiera como el resto de los escritores de su tiempo y que, además, le importara un bledo publicar sus poemas. Su método era la inmediatez; escribía cartas a interlocutores concretos, en unas ocasiones o entregaba los poemas en mano, en otras. Es más, el propio Verlaine recopiló muchos de sus textos de los que actualmente no disponemos manuscrito original.
Es decir, no leemos a Rimbaud, leemos al Verlaine que dice escribir lo que Rimbaud había escrito. Pero no sólo eso, un libro tan emblemático como Las Iluminaciones, se lo atribuye Verlaine a su amigo del alma, pero nunca el poeta interesado dijo haberlo escrito.
Dudo que Rimbaud quisiera ser leído. Yo sostengo que su objetivo fue más un juego que una lectura.
De ese juego profundo y divertido, a la vez, parte mi libro: un ensayo innovador que rompe con los tópicos que la tradición ha impuesto sobre este poeta sorprendente.

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